Martín Pfister es un nombre histórico para el rugby salteño. El ex wing fue el primer jugador de esa provincia en ponerse la camiseta de Los Pumas, seleccionado con el que disputó seis partidos y marcó dos tries. Pero pese a su provincia de origen, Pfister está muy relacionado con Tucumán, ya que se instaló en la provincia a los 20 años, y hasta el día de hoy, todavía vive aquí. De hecho, toda su familia es tucumana.
Pfister llegó a Tucumán en 1992 para estudiar agronomía. “Tenía amigos salteños que estudiaban acá. Como había jugado en Los Pumitas, y siempre me alojaban familias de Tucumán Rugby, tenía también amigos de acá. Sabía que universidades, todo, y me llamaba la atención esa vida estudiantil”, recordó Pfister, en diálogo con LA GACETA.
Pero además de la faceta universitaria, Pfister también pretendía, lógicamente, continuar con su otra pasión: el rugby, deporte que había practicado en Jockey y en Tigres en su Salta natal. Y el club elegido fue, justamente, el “Verdinegro”.
“Era un club que siempre me había gustado, y además era una época muy linda. Jugaban tipos que estaban en Los Pumas, como el 'Cheto' (José Santamarina), el 'Gordo' Ricardo Le Fort, Agustín Macome, Martín Terán. Me divertía la manera en que se jugaba acá”, explicó Pfister.
Años dorados
Para Pfister, su etapa como jugador de rugby en Tucumán, que duró unos 10 años, fue muy fructífera. Aún cuando, reconoce, ponerse la camiseta de otro club le costó un poco al principio.
“Me pareció un poco raro la primera vez que me puse la camiseta de Tucumán Rugby, porque no estaba acostumbrado”, sostuvo Pfister. Con el “Verdinegro”, ganó tres Anuales tucumanos y un Regional del NOA.
Su nivel en el club lo llevó a ser convocado tanto a los “Naranjas” como a Los Pumas. Contrario a lo que sucedió con Tucumán Rugby, ponerse la camiseta del seleccionado no fue tan extraño para Pfister. De hecho, asegura, era uno de sus objetivos al llegar a la provincia.
“El año en que llegué yo a Tucumán es el año que se le ganó a Francia en Atlético. Había muchas cosas frescas que me parecían espectaculares, y eso me daba unas ganas bárbaras de ponerme la Naranja”, remarcó Pfister. Y el cariño, hoy, es recíproco. “Me siento muy querido por todo el rugby tucumano, soy un agradecido”, agregó.
“Fueron años muy lindos, muy intensos”, apuntaló el wing. Fue también en ese tramo de su vida en el que dio impulso a una idea que crecería hasta magnitudes inimaginadas. Y es que Pfister fue el gestor del Seven de Tafí del Valle, aunque el proyecto no haya permanecido en sus manos mucho tiempo. “Fue una idea que se me ocurrió junto con Gastón (Velárdez). Está buenísimo que siga estando, que sea de la envergadura que es. Me llena de orgullo que haya sido una linda idea, no sólo para la gente que trabaja en eso, sino para Tucumán mismo”, dijo al respecto Pfister.
Nueva casa
Durante la década que jugó en Tucumán, Pfister afrontó distintos hechos claves en su vida, que también fueron claves para que eligiera quedarse en la provincia, y la convirtiera en su nuevo hogar.
Por un lado, se recibió de ingeniero agrónomo; y por el otro, se casó con su novia tucumana, Valentina Nougués. “La vida me fue llevando a quedarme acá. En ese momento me sentía recontra cómodo, con proyectos”, puntualizó el ex wing, que se retiró en Tigres, de Salta, pero que posteriormente volvió a Tucumán, su actual hogar.
La identidad de Pfister, podría decirse, es dual. Al menos, en cuando a su arraigo tanto con Salta como con Tucumán. “Si me preguntan, soy salteño. Pero rugbísticamente me considero tucumano. Cuando hablo mi club es Tucumán Rugby; hablo de la Naranja como si fuera mi seleccionado. Jugué en Jockey, en Tigres, en el seleccionado de Salta, pero me siento más tucumano”, aseguró.
Sus cuatro hijos (Belisario, Mateo, Pablo y Simón) no solo nacieron en Tucumán, sino que siguieron sus pasos. Todos jugaron al rugby -y lo siguen haciendo, a excepción de Belisario, que juega al polo-, y lo hacen en Tucumán Rugby. Y todos, además, pasaron por los “Naranjas” y también por concentraciones nacionales. Además de haber estado bajo las órdenes de su propio padre.
“Entrené a tres de los cuatro, y este año tengo a dos juntos -Pablo y Simón, porque entrena la M19 del club-. Me encanta que jueguen al rugby, es un deporte formador de personas. Los cuatro siempre jugaron bien, jugaron en seleccionados juveniles, estuvieron en convocatorias y me llena de orgullo verlos ahí. No sé si el rugby profesional es a lo que van a apuntar, pero me encanta verlos”, reflexionó Martín.
Hoy, Pfister tiene todo en Tucumán. Su familia, su trabajo en el mundo del rugby, y particularmente en el club de sus amores -tarea que asegura disfrutar-, y también su actividad profesional particular. “Me dedico a actividades vinculadas al campo hace más de 20 años. Crío ganadería, hago agricultura, vendo insumos. Eso también me encanta”, cerró Pfister, un tucumano por adopción que encontró en la provincia una casa permanente.